No me parece de mala educación que algunos especialistas hayan profetizado los posibles equipos de balonmano femenino que descenderán de División de Honor Oro esta temporada.
Pienso que es un aviso de algunas personas que conocen en su medida el nivel de preparación física que se necesita para superar el escollo de la permanencia en la élite de División de Honor.
Por mi parte no suelo dar información de conocimientos sobre entrenamiento de alta intensidad que como atleta he experimentado a lo largo de treinta años sin percibir ni una pizca de ayuda ni el más desinteresado apoyo.
Puedo poner cualquier fórmula de entrenamiento que quizás me interese colocar y cada cual lo podría interpretar de forma errónea de la misma forma que se confunden con el aeróbico duro que solo tiene de duro lo que el turrón de Alicante que en realidad es un cacho de pared.
He tenido que lidiar con muchos entrenadores entrenadores y licenciados que quieren hacer valer sus títulos conseguidos en un aula magna que no tienen nada que ver con la realidad del deporte de élite.
A mí me encanta el balonmano de mujeres. Nunca tuve mucho interés por el balonmano masculino excepto que a veces veía un partido televisado del desaparecido Atlético de Madrid.
Suelo ser bastante duro con personajes que me sacan de quicio con su aura de prepotencia académica porque para mí el deporte de élite es como una carrera pedestre que muchos hemos corrido alguna vez.
En una prueba de estas características no hay trampa ni cartón. Lo que tardes en completar la prueba es tu marca y tu verdadero nivel. Que un individuo sea licenciado no va a cambiar su marca ni su verdadero nivel.
En la élite de la Liga Iberdrola pasa lo mismo. Sorteará algunos partidos y se colocará en medio de la tabla. Pero conforme pasen las semanas con los otros equipos jugándose la credibilidad de sus proyectos patrocinados, la División de Honor será una carrera pedestre con la suma de kilómetros poniendo a cada equipo en su sitio.
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