Por primera vez me deleito con un equipo de balonmano del bueno, de altas prestaciones, donde las centrales no lo son tanto y el centrismo es borrado radicalmente para crear oportunidades desde una extremo a la otra extremo.
De hecho ha desaparecido el coladero del que tantas veces he avisado, que permitía a otros equipos golear a las Guerreras una y otra vez.
Los nervios de las jugadoras checas al verse superadas eran evidentes. Pasado el minuto 11 las españolas ganaban de dos goles y las checas esperaban el hundimiento de las Guerreras para liquidar su presencia en los Juegos Olímpicos de París.
Pero lo que ocurrió en los siguientes diez minutos fue que las checas se quedaron sin marcar, perdiendo balones en ataque con las españolas abriendo una brecha considerable en el marcador. Lo nunca visto con una selección entre las ocho mejores del mundo.
Ambros Martín parece que por fin salió de las sombras. Ha tardado más de un año en soltarse y darse cuenta del coladero y la condición física de las jugadoras, lo que vengo diciendo desde hace unos años.
Veremos cómo se recupera el equipo el próximo domingo frente a Países Bajos, otra selección verdugo de las Guerreras desde que le ganó el Mundial a Carlos Vives.
Todo por culpa de una loca que no supo retener el balón a falta de segundos para el final del partido, y permitió que las holandesas marcaran el gol del desempate por el coladero, por mucho que le echaran las culpas a las árbitro.
Mañana la clave es ganar a Argentina. Lo más probable es que la República Checa lo intente todo contra Países Bajos, aunque la gran favorita siguen siendo las holandesas.
Si ganasen las checas y España ganase a Argentina, estaríamos primeras y la pelea estaría a favor de las Guerreras el domingo, ya clasificadas
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