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lunes, 10 de junio de 2024

El pabellón Diego Carrasco frente al restaurante El Manantial en Puerto de la Torre

Parece que por fin han inaugurado el pabellón en honor a mi amigo y compañero Diego Carrasco frente al restaurante El Manantial, en calle Lope de Rueda, 166, Puerto de la Torre, 29190 Málaga.

Fácil de localizar siguiendo la carretera central del barrio, el pabellón sufrió durante su construcción inundaciones y derribos por la filtración del agua de la lluvia torrencial de hace varios años que provocó que tuvieran que reconstruir sus pilares y sus muros.

Que lleve el nombre de Diego Carrasco es un homenaje hermoso a una persona con don de gentes, con una vida pública muy activa por su empresa de hierros para la construcción, y su dedicación hermosa y enfermiza dedicada al balonmano femenino Málaga Costa del Sol.

El pequeño pabellón seguramente ya llevaba tiempo funcionando aunque por cuestiones políticas aún no se había inaugurado. 

Nadie fue más feliz con un sentimiento tan inabarcable, conmovido al punto de no caberle el orgullo en el cuerpo que Diego Carrasco ganando partidos en División de Honor. 

A mí me gustaba observarle y tenerle contento. Incluso le hacía fotos cuando ganaba los partidos a tal modo que irradiaba tanta alegría, que parecía que lloraba toda vez que el equipo escalaba la clasificación situándose arriba entre los grandes del balonmano nacional. 

"Bernabé, dame ideas." Y el tío me tenía hasta las tantas de la madrugada con mensajes de WhatsApp discutiendo del equipo y las jugadoras todos los días durante años.

En pocas horas cada noche nos escribíamos cientos de mensajes de WhatsApp tras los entrenamientos de la tarde noche. Todos los cambios que él ejecutaba en las rutinas nunca se hicieron al azar. Estaba pensado y coordinado.

Miles de mensajes todos los días a cualquier hora del día o de la noche, al punto que yo me preguntaba cuándo dormía, si trabajaba todo el día y a las 20 horas entrenaba a las jugadoras hasta las 22:30 de la noche.

Le gustaban las sesiones de 20 minutos antes de dejar que las jugadoras se refrescaran. Después cada fase de las rutinas tenían su tempo exacto y su velocidad de ejecución. No podía ser menos ni más porque las jugadoras tenían que experimentar los intervalos de recuperación.

A Diego Carrasco le gustaba mucho llevar a las jugadoras a navegar en su barco. También tengo entendido que las llevaba a jugar al golf. Yo nunca fui ni al barco ni al golf porque cuidaba a mi madre en situación de dependencia.

Por entonces me citó en Fuengirola terminada la Liga de balonmano con un cuarto puesto por primera vez en su historia. Me sorprendió ver un partido de balonmano playa. Yo nunca había visto ninguno. 

Cuando lo nombraron Seleccionador de balonmano playa femenino me sentí decepcionado. Yo deseaba para él una selección española competitiva de primer nivel aunque fuese en categorías inferiores. 

Aquella fue la última vez que hablamos por WhatsApp puesto que los veranos fuera de temporada me dejaba más tranquilo y después nos veíamos al iniciarse la temporada en División de Honor. 
 
Le pregunté si siendo Seleccionador de balonmano playa abandonaría el Costa. Su respuesta fue contundente: "Jamás abandonaré al Costa. Jamás."

Cualquier homenaje a Diego Carrasco me parece poco. Fue la única persona junto con mi madre a la que nunca le pude dar una negativa en el sentido contundente de la palabra.

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