La selección española de balonmano tiene menos pulso que un fiambre. Lo provoca el amiguismo y la torticería. La falta de escrúpulos que origina que un chorizo sea una morcilla y viceversa.
Las Guerreras no han ganado ni un solo partido. Brasil, que le ganó por goleada el primer encuentro de los Juegos Olímpicos, tampoco ha ganado ningún otro partido y anda clasificada la penúltima, puesto que la última son las españolas.
La única selección clasificada para cuartos es Francia, que tienen que jugar con España su último partido de esta fase. Yo creo que las francesas van a disfrutar de lo lindo contra el mediocre técnico español.
Mañana nos enfrentamos a Hungría, cuarta clasificada tras empatar con la Angola de Carlos Viver, clasificada tercera de las seis que componen cada grupo.
No creo que la selección pueda superar a las hungaras. Se juegan su clasificarse como cuartas por encima de Brasil, que quedaría eliminada en esa quinta posición.
Lo mejor que puede hacer los técnicos españoles tras perder su próximo partido contra Hungría, es pedirle una tortilla de patatas con cebolla al cocinero francés de su hotel parisino. Seguro que siendo chef la va a cagar.
Me imagino cuánto le cuesta al erario público mantener a la selección en hotel de París donde los cafés solos cuestan 8 euros.
Supongo que es un privilegio mantener el buen mantel de la cocina francesa para técnicos chatarreros enchufados a la mantequilla.
Los carrefours y los continentes, esas empresas francesas responsables de que nuestro aceite de oliva esté muy caro, lo hacen para que compremos mantequilla y nos indigestemos.
Lo hacen porque sus camiones son los intermediarios y se han hecho dueños del mercado español.
Aún habrá que explicarle a los técnicos de la selección que el Fartlek no lo han creado ellos sino los noruegos cuando eran suecos 🤣
Ser técnico seleccionador en la selección española de balonmano femenino es un chollo. Se aprende muy rápido a hacerse el sueco.
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