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jueves, 12 de enero de 2023

Un misil se cuela en la portería española Europeo balonmano femenino

Rumanía sudó la gota gorda con la Selección Española de balonmano femenino durante la segunda parte. El entrenador rumano llegó a estar por momentos en crisis. 

Durante la primera parte las Guerreras jugaron con la misma racanería y centralismo que en otros tiempos. Varias penetradoras de las de siempre se pasean buscando huecos en la defensa contraria para entrar ellas cuando su verdadero trabajo sería crear  huecos para favorecer la entrada de sus compañeras.

No sé cuándo se darán cuenta los Seleccionadores que estas jugadoras son un verdadero lastre para la Selección. 

Los mejores equipos juegan constantemente con sus extremos, abriendo huecos y arrastrando a la defensa para poder entrar a gol.

En la primera parte no existió tiros de las extremos españolas más que de Maitane, que fue gol. Lo de la primera parte lo llamo "Sobrevivir a Rumanía" y con racanería se consiguió empatar en el descanso. No vi que las rumanas estuviesen muy preocupadas por eso.

En la segunda parte comenzó a surgir la magia, lo que tiene que tener una Selección potente. Pero seguían enquistadas en el ataque algunas jugadoras "estrellas" que no saben lo que es pasar un balón para driblar las defensas. Ellas son más de soltar la pelota in estremis chocando con la defensa en su intento de penetración individual provocando el cambio de posesión y perjudicando al equipo.

En cuanto comenzaron a sacarlas de la cancha la Selección Española empezó a brillar. Fabricaba jugadas de puro balonmano que puso al entrenador rumano al filo de los nervios.

Se han perdido años para crear algo de magia. También se perdió el tiempo de la primera parte y una parte de la segunda para poder secar a Rumanía. 

A la Selección mágica le falta entrenamiento como conjunto, trabajar entre ellas y ganar experiencias para ser un equipo brillante y moderno con muchos recursos.  

Se pudo haber derrotado a las rumanas. Se vieron perdidas y sobrepasadas. Al final un obús como último recurso de una Rumanía experimentada la salvó de su agonía.

Y para colmo, una jugadora con un balonmano mágico, incomprendida y desechada durante años, coge un avión, se une a la Selección y se convierte en la mejor del partido durante la segunda parte. Silvia Arderius.

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