Por lo general, me traen recuerdos visuales de guerreras panteras doloridas y lastimadas, a las que yo besaba con mucho cariño para calmar las heridas de guerra.
Sí, yo solía besar a cada una de las jugadoras del Málaga Costa del Sol de balonmano femenino para calmar los dolores tras la batalla.
Hubo otros tiempos que ganar los partidos era épica, y yo, corredor de running de montaña, expuesto cada día a la intemperie, la fatiga y las duras escaladas corriendo por los Pirineos, agradecía los esfuerzos de las jugadoras para derrotar a las más duras rivales.
El respeto hay que ganarlo y todos saben que el Málaga Costa tuvo que ganarse el respeto hasta convertirse en un clásico de la liga DHF.
Nunca fui con el Costa a Canarias. Pero las jugadoras volvían con la victoria llenas de cardenales por todo el cuerpo, me los mostraban y me respuesta por todo era un enorme beso delicado con mucho amor.
Los equipos canarios siempre han sido duros de pelear, los más marrulleros los que tenían pocas cualidades.
Después está el Rocasa, siempre altamente cualificado y competitivo, que nunca puedes creerte que le vas a ganar hasta que ha sonado el pitido final.
A lo mejor el Rocasa no tiene la defensa tan elaborada como el Elche, pero vamos a sufrir los obstáculos defensivos fuertes y los certeros disparos de sus mejores jugadoras.
El Rocasa es un equipo que suena como el sonido de una motosierra. Va a estar sonando ese sonido hasta que tose y se ahoga, entonces estarás seguro que le puedes ganar el partido.
Habrá que correr mucho con inteligencia, como en la montaña: "Ten fuerza para ir y guarda fuerzas para volver".
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