Yo creo en los equipos españoles para estar en la Champions porque sé con conocimiento que no tienen nada que envidiar a ninguno de los numerosos equipos no españoles que la juegan cada temporada.
Me la suda sobremanera lo que dicen las incontables personalidades del balonmano que tuvieron su oportunidad y no les salió el sueño tan hermoso como lo soñaron.
Cuando veo a estos personajes delante de un micrófono negar las capacidades de los equipos españoles en Europa, los marco con una estrellita de seis puntas para catalogarlos de culos gordos, principalmente porque ellos nunca subieron ni subiran corriendo montañas de 3 mil metros de altura como poco a 3 minutos por kilómetro.
Seguro que ya ha saltado la alarma para contratacar con "Eso qué tiene que ver?." Es el contrataque miserable de quienes venden alta capacidad física con rutinas de ejercicios aeróbicos fuertes sin tener ni pajolera idea de alta intensidad de calidad.
Cuando hablo de fútbol, de preparadores físicos y entrenadores, los suelo invitar a que demuestren su saber en cualquier carrera popular con el sentido pésame de verlos deambular como zombies.
Mientras, disfruto viendo a amigos míos de 70 años corriendo a 6 minutos por kilómetro y chavales que corren a 4 minutos por kilómetro colocándolos a caldo en su sitio bien puestos.
Me meo de risa cuando un equipo se hunde físicamente en un descampado de 40 x 20 metros cuando todos sabemos que las medias que corren las jugadoras durante un partido oficial de balonmano femenino está entre 6 y 7 kilómetros.
Un entrenador o preparador físico que no consigue que sus jugadoras rindan esos kilómetros de media, nunca sabrán lo que es una rutina de alta intensidad y menos aún sin haberla experimentado personalmente.
Está muy bien celebrar que el equipo corra para arriba para abajo como quien vuela en un tren chino. De nada le va a servir si contra el equipo que tiene enfrente en la segunda parte de un partido su condición física se cae a pedazos.
En Champions ya vemos que los equipos vuelan de una portería a otra sin pausa. Incluso cuando se hacen recambios ataque/defensa, los descansos rondan apenas unos respiros cuyos tiempos medidos en segundos nunca son iguales.
Es como hacer series sin saber el recorrido a recorrer ni el tiempo de recuperación tras cada trayecto.
Se parece mucho a una competición de running. En ciertos momentos se suceden tirones entre corredores, que suben la velocidad para exprimir y dejar atrás a los contrincantes. Los menos preparados sucumben al tirón que les ha puesto a prueba su capacidad física.
Que los equipos nórdicos sean los mejores no es ninguna broma. Allá por los primeros veinte años del siglo XX crearon un sistema de entrenamiento con rutinas de alto nivel Anaeróbico (alta intensidad) y lo llamaron Fartlek, que viene a significar "Juego de ritmos."
Que el Fartlek da mucho juego lo sabemos muy pocos atletas que hemos experimentado personalmente en nuestras carnes los efectos secundarios de las grandes rutinas de entrenamiento sin ganar carreras ni tener fama.
Mientras en las universidades se hace cátedra del "sistema francés" que lleva las rutinas culpables de los grandes bloqueos físicos chatarreros, los nórdicos han estado experimentando con eficiencia y eficacia personal su Fartlek hasta estructurarlo según las exigencias adaptadas específicamente según qué especialidad deportiva.
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